El Cispren defiende sobre todo a los más vulnerables frente al ataque gubernamental

Impresiones a modo de balance de 6 años en la Secretaría de Prensa

Que les pregunten a Claudia Cepeda,Juan Stadelmann, Marisa Macagno y Juan Allende, entre tantos otros, si el Cispren sólo envía comunicado, defendemos a todos los trabajadores de prensa, sobre todo a los más vulnerables

Un par de temporadas en la aldea gala

"Nuestro sindicato, parte activa de la CGT local, reitera su apoyo total a la postura combativa de los trabajadores cordobeses, ejemplo de la historia presente argentina. Y compromete su irrenunciable vocación de clase, por considerar que la clase obrera es el motor de la historia. Queremos dar testimonio de nuestras ideas, con trabajo, y en esta conducta nos encuentra este nuevo Día del Periodista, que para nosotros no es fiesta, sino es un compromiso más como asalariados y profesionales (...) Repetimos aquí una frase dicha en esta ciudad en 1918: Las libertades que nos faltan, son las cadenas que nos sobran. Pero agregamos también como expresión definitiva de lucha este pensamiento: El pueblo unido, nunca será vencido".

Francisco "Pancho" Colombo – Córdoba – junio de 1972

 

"Sin contratos laborales, con sueldos de miseria y jornadas de trabajo desmesuradas, los periodistas del siglo XXI conforman una profesión pauperizada. Portavoz en muchas ocasiones de causas loables y solidarias, el periodista, sin embargo, ha sido incapaz de saber defender sus propios derechos laborales y profesionales. El miedo, la resignación y la ignorancia son algunas de las causas pero, sobre todo, el autoengaño de creer formar parte de una profesión liberal de élite, cuando se es, sencillamente, un trabajador".

Marta Caravantes – España – mayo de 2003

 

"El diálogo, la discusión sincera de los problemas, la tolerancia ideológica, favorecen a la unidad de acción. Sin unidad de acción que supere las distintas opiniones no florecen tareas fecundas. Es esencial, sobre las diferencias pequeñas o mezquinas, sumar la tarea y exigir a los que opinan o critican las condecoraciones que otorga solamente el trabajo silencioso y que tiene como muestra la humildad de espíritu".

Francisco "Pancho" Colombo – Río Cuarto – octubre de 2008

 

A punto de cumplir mi segunda gestión en  la secretaría de Prensa del Cispren, cargo en el que considero estar cerrando un ciclo, amerita intentar un balance de estos seis años en que asumí con gran orgullo el desafío de ser el comunicador del gremio de los comunicadores.

 

Amerita, también, paradójicamente, ejercer un primer acto de esa libre expresión ampliada de la que podré disfrutar ahora que no estaré obligado, por la prudencia que implica ocupar un cargo de conducción, a callar algunas cosas que pienso. Ahora podré decirlas con libertad.  Pero primero lo primero.

 

Al asumir la primera gestión, en diciembre de 2002, el gobierno de De la Sota ponía en práctica en Córdoba una hábil ingeniería de control social del periodismo llevada adelante desde su oficina de prensa, con el uso discrecional y coactivo de la pauta publicitaria y a través de la Justicia Penal, abusando de las figuras de calumnia e injuria. Mientras tanto, a nivel nacional el salario de los trabajadores comenzaba a sufrir los efectos erosivos de la devaluación que sucedió al colapso del modelo neoliberal. Esos dos factores signarían esa gestión y la que está por concluir.

 

Durante estos años, el gremio denunció un centenar de ataques y presiones a la prensa en nuestra provincia, en su mayoría directa o indirectamente dirigidos desde el gobierno delasotista, lo que impulsó a crear -por decisión de un congreso anual- la Comisión de Defensa de la Libertad de Expresión y el Derecho a la Información (Comipren), con el fin de aunar esfuerzos con otros sectores sociales para defender la libre expresión de la prensa, como necesaria contracara del derecho a la información de la ciudadanía. Con intermitencias, dificultades y tareas pendientes, este trabajo se ha venido realizando, enriquecido por el aporte de valiosos compañeros periodistas, militantes de distintas organizaciones, especialistas en derecho de la información e investigadores y docentes universitarios.  

 

Forma parte de esta lucha la permanente militancia por una nueva ley de radiodifusión, que tuvo al Cispren como uno de los principales impulsores de los 21 puntos para una norma democrática.  Y también el empeño en formar en aptitudes profesionales, actitudes éticas y conciencia de la realidad de nuestra tarea, sobre todo en quienes van a ser los futuros trabajadores de prensa, tarea sostenida a pesar de las dificultades de espacio que supuso el emprender la ampliación de nuestra casa (con la finalidad justamente de potenciar esa tarea de formación).

 

En el plano de la lucha por salario y condiciones de trabajo -esencial a todo sindicato que se precie de tal-, los trabajadores de prensa y comunicación tuvimos que afrontar negociaciones paritarias, de por sí dificultosas y extenuantes, pero además enrarecidas por el permanente embate político del grupo Clarín (dueño en Córdoba de los medios de comunicación más importantes) contra nuestra organización sindical, a la que parece empeñada en destruir, dentro y fuera de los lugares de trabajo. En este ataque institucional al Cispren, las autoridades de La Voz del Interior no vacilaron en su intolerancia a apelar a la vía jurídica por dos vías: la penal, para criminalizar el derecho constitucional a la protesta; la del fuero laboral, para despojar a los representantes del instituto de la tutela gremial. Todo con la doble finalidad de generar escarmiento y desprotección laboral.

 

En ese embate, la deslegitimación de la autoridad estatal del trabajo como árbitro y rector de las relaciones laborales, fue parte del intento por consagrar en sus medios de comunicación una suerte de limbo legal, al estilo de un Guantánamo laboral donde sólo rija la Ley Clarín.  (Esa ley no escrita incluye la presión sobre sus trabajadores para que abandonen la Obra Social de Empleados de Prensa de Córdoba y se pasen a una firma de medicina prepaga).

 

Con este complicado contexto, la conducción asumió -como corresponde- el riesgo de protestar en la calle, pero nunca se dejó de intentar construir participación colectiva y planes de lucha consensuados por el conjunto del gremio, en incontables asambleas extraordinarias y plenarios donde la consigna y la práctica recurrente fue "ir al paso del más lento", idea que no se condice con las supuestas "intransigencia" y "fanatismo" con que desde ciertos sectores nos quieren rotular.

 

Este proceso dio sus frutos en la recuperación del poder adquisitivo del salario (llevando el básico de redactor de $1.009 en marzo de 2005 a 2.600 en marzo de 2009 en Córdoba capital) y en el sostenimiento de cláusulas convencionales que para nuestro colectivo significan verdaderos "tótems" conquistados por nuestros mayores, que todos en el gremio -conducción y bases, jóvenes y viejos, formales e informales, izquierda y derecha- están dispuestos a defender a rajatabla, por más que el vendaval cultural del "sálvese quien pueda" arrecie y pretenda derrumbar todo.

 

En esa experiencia reciente, que abreva en historias pasadas, "los novatos de anteayer, hoy son veteranos", como supo decir Guido Dreizik.  Eso no se construye de la noche a la mañana. Eso implica un permanente, intenso y por momentos desalentador proceso de formación en la militancia y durante la militancia.

Pero también hubo que seguir peleando contra el fantasma del desempleo, que desde los 90 azota con especial virulencia a un mercado laboral distorsionado por el oligopolio comunicacional.  En este plano, el acto público de denuncia de los despidos con que La Voz del Interior se cobró la derrota en la paritaria 2007 y la implacable pelea con el Grupo Vila-Manzano en LV2, son ejemplos recientes y más que elocuentes.

 

 

Aunque cuento con la comodidad de no ser candidato y aunque resultara más conveniente para mi futuro, no puedo ni debo mostrarme prescindente frente al actual proceso electoral en el Cispren. Sobre todo porque -honestamente- no soy prescindente.  Orgulloso de haber compartido este tiempo de lucha -una primera gestión encabezada por Juan Carlos Giuliani y otra por Guido Dreizik-, apoyo hoy más que nunca a mis compañeros de la Lista Blanca, que están dispuestos a asumir el desafío de continuar construyendo el gremio de prensa y comunicación, desde la conciencia de ser trabajadores, sin incurrir en la tentación elitista de que sólo trabajar en "los medios" (obviamente empresariales) da derecho a formar parte del gremio y su conducción, y plenamente conscientes del valor de la construcción colectiva.

 

Tengo versiones encontradas sobre por qué fracasó la unidad (aunque el reciente episodio de intolerancia ideológica por parte de cierto apoderado, hecho público por el agraviado compañero Eduardo Ahamendaburu y la Agrupación Mariano Moreno, nos deja una pista interesante). Personalmente, tuve bastantes reparos ante la posibilidad de una lista de unidad genuina. Principalmente, por las diferencias ideológicas importantes que había con el sector más elitista de la Lista Verde, que en 2005 planteaba la exclusión de los afiliados directos, es decir, los trabajadores precarios que más necesitan al sindicato.  En todo caso, pensaba -y así lo hablé con compañeros de la Lista Blanca y algunos de la Verde- que la unidad debía comenzar a trabajarse al día siguiente de aquellas elecciones del 23 de noviembre de 2005. Luego, ante la virtual desaparición de la mayoría de los ex candidatos de la lista opositora, difícilmente podría prosperar una unidad modelo 2008. No obstante, más allá de la convocatoria de Guido en la fiesta del Día del Trabajador de Prensa, desde la conducción ya se habían generado bastantes espacios como para que la invitación no quedara sólo en un discurso. Y más allá del fracaso final de las tratativas, esos espacios -Centro de Jubilados, numerosísimas asambleas ordinarias y extraordinarias, plenarios y sobre todo el Congreso anual- son ámbitos donde cualquier afiliado puede participar, intervenir en la toma de decisiones y/o ejercer una oposición constructiva.  Tal vez peco de ingenuidad al confesar que no esperaba la presentación de una lista opositora integrada -salvo excepciones- por compañeros con casi nula participación en estas instancias.

 

La corriente opositora suele reprochar un supuesto "aislacionismo", acusación que hace pensar en una aldea de irreductibles galos que resisten al invasor romano y para colmo sin poción mágica. Obviamente, hay un entorno político y económico adverso al desarrollo de cualquier organización sindical que se mantenga coherente con su razón de ser. En ese contexto, si a pretender ser autónomos de gobiernos, empresas y partidos políticos, y asumir las consecuencias, se le llama aislacionismo, entonces bienvenido sea el concepto y a mucha honra. Pero no creo que hayamos elegido por nuestra exclusiva cuenta jugar a Asterix y Obelix.  Y como fuere, no entiendo a quiénes le pegan más al jefe Abraracurcix que al César. Quizás estén queriendo convertirse en romanos.

 

Recuerdo, por ejemplo, que el ex candidato a secretario general por la lista opositora se dio el lujo de escribir el año pasado, en la revista Umbrales del Cispren, una nota crítica hacia la conducción, en pleno conflicto salarial en el que varios compañeros fueron imputados penalmente por protestar, opinión que -en el mejor de los casos y con buena voluntad del lector- contenía obvias reminiscencias de la "teoría de los dos demonios". No obstante, en aras del pluralismo y la democracia interna, la nota se publicó por decisión de la Comisión Directiva en pleno.

 

Por lo demás, los compañeros militantes de derechos humanos, del Movimiento Campesino, de Luz y Fuerza, Suoem, ATE, Judiciales y otros gremios, las Madres de Barrio Ituzaingó, las asambleas ambientalistas, RadioRevés y el Centro de los Estudiantes de la ECI y muchos otros actores sociales en conflicto pueden atestiguar que han tenido en el Cispren en general y en Prensared en particular una caja de resonancia para sus reivindicaciones y luchas.

 

Por otra parte, también es irrespetuosa para los compañeros que han luchado durante estas agotadoras paritarias la facilidad con que se esgrimen enunciados vacíos de contenido y rótulos peyorativos. No es "verborragia" estar imputado penalmente por cumplir con tu deber como dirigente. No es "retórica" la persecución constante que sufren Esteban Liendo y Walter Moyano, quienes hasta han sido víctimas de violencia física por parte de los patovicas de La Voz, ante la indiferencia de muchos que hoy pretenden dar clases de solidaridad gremial.

 

Otra frecuente crítica que me incumbe es decir que en la defensa de la libre expresión el Cispren se limita a emitir comunicados de solidaridad. Que les pregunten a Claudia Cepeda, Jano Ubierna, Lucas González Freytes, Pablo Duarte, Juan Stadelmann, Marisa Macagno y Juan Allende, entre tantos otros, si el Cispren sólo envía comunicados. (Los nombro por las dudas no los conozcan).  Aun con limitaciones humanas e institucionales, el Cispren se empeña en defender a todos los trabajadores de prensa, sobre todo a los más vulnerables e incluso a los que ni siquiera están afiliados.

 

Que por razones obvias los medios hegemónicos invisibilicen nuestras acciones, no nos da motivo a suponer que aquello que no vemos no existe, como si fuéramos un niño en el estadio sensorio-motriz previo a adquirir conciencia de la "permanencia de las cosas" más allá de su campo visual.  No percibir que los seres, las cosas y las acciones pueden existir aunque uno no los vea, es un signo de inmadurez, incluso en política.

 

En muchos casos, el "algo más" que se reclama nos llevó a hacer todo lo que estuvo a nuestro alcance: como cuando Olga Riutort querelló a un periodista y tocamos los bombos prestados por compañeros de otros gremios toda la mañana bajo la ventana de la sala de audiencia, de la que un rato antes los secretarios General, de Obra Social y de Prensa fuimos no tan gentilmente invitados por Su Señoría a retirarnos; o cuando en otra audiencia similar le entregué en propia mano al ex funcionario delasotista Erman Olivero una revista Proyección cuyo título de portada era: "El delasotismo volvió a atacar a la prensa"; o las conferencias de prensa y radios abiertas, donde han estado presentes los compañeros agredidos, secretarios generales de otros gremios de prensa del país y un conjunto de representantes gremiales, de derechos humanos y académicos; o el delicado seguimiento y la denuncia del caso de Enrique Lacolla, arbitrariamente desafectado de La Voz del Interior en pleno conflicto del "campo". Y no sólo hubo acciones de protesta y denuncia, sino también notas y pedidos de audiencias con las máximas autoridades provinciales, que dicho sea de paso jamás fueron concedidas. Del mismo modo en que fueron virtualmente ignoradas en la Legislatura provincial las iniciativas del Cispren para que se legislen los derechos relativos a la información consagrados en el artículo 51 de la Constitución de la Provincia de Córdoba.

 

Algunas de estas acciones sucedieron frente los propios ojos del afectado. No recordar lo que sucedió ante nuestra mirada no tiene demasiada explicación, al menos no desde Jean Piaget.  Tal vez sí desde la lógica electoralista.

 

Por eso, como militante del Cispren y trabajador de prensa convencido a pesar de todo del sentido solidario de nuestra profesión, espero que en el futuro próximo sepamos valorar lo que tenemos,  ser consecuentes con nuestra historia y construir desde la unidad y el compromiso, aún en el disenso. La forma en que nuestros enemigos avanzan y se alimentan de nuestras divisiones y contradicciones, convierte a la ingenuidad en un costo demasiado alto para pagar.  En un momento en que resulta vital reinstalar mojones de resistencia gremial y de principios éticos y políticos para frenar el embate material y cultural del oligopolio informativo contra nuestros bolsillos y nuestras conciencias, reprochar el "principismo" de los que -aun con errores- están en esa pelea, es por lo menos temerario e injusto.

 

Creo interpretar en las palabras antiguas y recientes del ejemplar Pancho Colombo (ese sabio y pícaro druida de la aldea gala) que la unidad se construye con respeto, coherencia y sobre todo con solidaridad genuina. Ojalá podamos caminar juntos por ese rumbo.

 

Alexis Oliva

Secretario de Prensa del Cispren.

 

http://www.lamarianomoreno.blogspot.com/2008/11/un-par-de-temporadas-en-la-aldea-gala.html

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