JORGE HECTOR HUESPE, LA EXPRESION DE LA FE
Informe de Francisco Capdevila
Huespe fue recientemente declarado ciudadano ilustre. En "leer mas" un informe completo escrito por el Presidente de la Junta de Historia de La Cumbre Francisco Capdevila.
Biografías
JORGE HECTOR HUESPE, LA EXPRESION DE LA FE
Jorge Héctor Huespe, nació el 24 de septiembre de 1943, en Munro (provincia de Buenos Aires), sus padres José Miguel Huespe y Mariana Piraino, ya pertenecían a la iglesia evangélica de esa ciudad, por lo que de niño, junto a su única hermana mayor Gladys, abrevó las enseñanzas religiosas de sus progenitores.
A los diecisiete años se trasladó, junto a su familia, a Córdoba, capital, donde conoció a su futura esposa Nilda Noemí Teixido, quien trabajaba como enfermera en el Sanatorio El Diquecito.
Luego de un noviazgo de dos años y medio años se casaron en 1965, unión de la que nacieron Nancy (fallecida a los 40 años), Silvia, Eduardo y David.
En todo ese tiempo, su tarea como pastor se fue acrecentando en una iglesia que sumaba fieles atraído por la prédica de este joven bonaerense con raíces árabes.
Tenía 31 años cuando le ofrecen hacerse cargo del Hogar Bethel, en Cruz Chica, que había sido fundado por Jorge Powell en 1960, más precisamente el 29 de marzo de ese año y cuyo nombre tiene el significado de Casa de Dios, nada más adecuado para esta “gran aventura de amor”.
Una nueva etapa del Hogar
Así con su esposa y sus hijos se trasladaron a Cruz Chica, arribando el 20 de diciembre de 1974 haciéndose cargo de este hogar, por veinticinco años, hasta diciembre de 1999.
“Cuando llegue – cuenta – había dieciocho chicos en el hogar. Y cuando me retire eran cuarenta y tres”.
Huespe había aceptado uno de los mayores retos de su vida amparar huérfanos totales, niños con indigencia económica o con crisis familiares, donde los malos tratos no eran ajenos, en una realidad que desnudaba su lado más cruel.
Con respecto a sus antecesores enfatiza que “marcaron nuestras vidas, por el ejemplo de Powell, que nos permitió tener la confianza del pueblo de La Cumbre”.
Ese ejemplo prosiguió en el tiempo y hoy el Hogar Bethel, es una entidad respetada y elogiada por su trabajo con la niñez y adolescencia, y en gran parte se debe a la tarea de Jorge Huespe y su esposa Noemí.
“Pasamos con mi esposa momentos muy difíciles, algún tiempo casi sin celadores, sin nada de ayuda. Hasta temimos perder nuestros hijos. Por suerte, al ver el entusiasmo y la voluntad que poníamos en cada acción pronto se sumaron en el apoyo hacia el Hogar”, resume Huespe.
Sus ojos se llenan de lágrimas cuando recuerda “en alguna ocasión sufríamos la falta de azúcar por desabastecimiento. En los supermercados de La Cumbre, nos podían vender a lo sumo 2 kg, que se consumían en un día. Así estábamos, cuando de repente un camión cargado con bolsas de azúcar estacionó frente al Hogar y nos descargó cinco bolsas de cincuenta kilos cada una, además en forma gratuita. Nunca supimos el origen o quien envió este valioso cargamento, que nos solucionó un grave problema…”
“En otras ocasiones, el cartero al dejarnos la correspondencia, junto a las boletas a pagar, había cartas de agradecimiento hacia el Hogar y en ellas un cheque que nos permitía afrontar esos pagos”.
“Sin duda alguna estaba la mano de Dios, que nos ayudaba en las situaciones más difíciles”, puntualiza Huespe.
Este hogar tiene como tenedora legal a la entidad filantrópica Ebenezer, de acuerdo a la Biblia esta palabra significa “hasta aquí nos ayudó el señor…”. Indudablemente el resto de la tarea, harto difícil, lo tuvo a Jorge Huespe como capitán de un barco, que supo sortear galernas hasta dejarlo en buen puerto.
Una tarea en equipo
Jorge Huespe detalla que “nunca podría haber sido director del Hogar sin el trabajo de Noemí, en un momento ella cocinaba para sesenta personas, atendía a los niños y tenía tiempo para dedicarnos a nosotros”.
También detalla el nombre de cada uno de sus colaboradores en especial recuerda a Margarita Vallejos, una de las celadoras, que aún hoy prosigue su tarea en el Hogar, al igual que Carmen Olmos y por un tiempo estuvo Billy Powell, hijo de Jorge. Allí en el Hogar conoció a Elsa Tossini, con quien se casó, radicándose en Estados Unidos de América. Alfredo y Miriam Olivera en la tarea de pedagogía, Julio y Patricia Laciar en la gastronomía.
Tiene además palabras de reconocimiento para Juan Barrionuevo y su esposa Mercedes por el trabajo que permitió construir, a principios de los años 90, los dos chalets que forman el conjunto edilicio del Hogar.
Tres matrimonios entre los que se encontraban Miguel Zelada y su esposa Andrea, le sucedieron a Huespe por aproximadamente dos años y medio. Luego se hizo cargo del Hogar Ramón Luna y Sofía por igual período de tiempo. Hasta que en el año 2005, quedó a cargo Eduardo Huespe y su esposa Cecilia.
En su mente revive infinidad de situaciones: niños rebeldes, niños solidarios, aquel bebé del bolso, que fuera dejado por su madre, para que lo cuidaran. Y toda la posterior odisea por los tribunales, hasta culminar con el reencuentro del niño con su madre, hoy aquel bebé es un avanzado estudiante universitario.
Son numerosas las anécdotas que cuenta. Cada una de ellas representa una vivencia que marcó su vida y lo impulsó a seguir trabajando por estos niños y adolescentes, que de otra forma hubieran terminado en los grupos de riesgo, presos de un crudo contexto social.
Al recordar aquellos días, no sin melancolía dice “muchos me llamaban papá, otros…tío, después fui don Jorge… aunque todos ellos fueron hijos del corazón…”
La iglesia evangélica
Paralelo a la tarea del Hogar, Huespe desarrolló una importante labor en una de las iglesias evangélicas de La Cumbre. Esta iglesia había comenzado a funcionar en 1942, especialmente brindando educación bíblica a niños, en el chalet Taglewood de Cruz Chica.
Cuando Huespe arribó a La Cumbre, la iglesia era conducida por Jorge Powell, Salvador Gomar y Ramón Rivadera, sumándose en el lugar de Powell. Actualmente es dirigida por su hijo Eduardo Huespe y Ariel Timozuk, estando ubicada en la calle Álvarez Condarco. Siendo tenedora legal la Fundación Mayordomos Cristianos.
Hay que destacar que en este templo, además de la liturgia religiosa, se realizan eventualmente muestras y exposiciones con trabajos efectuados por los fieles que concurren al mismo, entre otras prácticas comunitarias.
A través de su labor pastoral, Jorge Huespe, ha mantenido un notable acercamiento con la iglesia católica y anglicana, que desarrollan su misión en esta localidad y en Los Cocos.
Resaltando que de acuerdo a datos de Wikipedia, globalmente, las diferentes ramas de las iglesias evangélicas están entre los movimientos cristianos más influyentes y de más vertiginoso crecimiento. El desarrollo en África y en Latinoamérica es especialmente rápido, y debido a que no depende de financiamiento o administración evangélica europea o estadounidense, le permite una muy amplia diversidad y La Cumbre no es la excepción.
Una vida basada en la Biblia
Jorge Huespe, ya jubilado, sigue ayudando a su hijo Eduardo, quien maneja actualmente el Hogar, y se da tiempo, entre sus habituales paseos en bicicleta y caminatas, para contactarse con los referentes de otras iglesias evangélicas del mundo a través de Internet, mientras como autodidacta estudia el idioma griego para interpretar mejor el Nuevo Testamento.
Su vida gira en torno a la iglesia, “me hubiera gustado ser misionero en África”, dice con nostalgia, “pero Dios me puso otra tarea, la de enseñar y predicar en nuestro país”.
Aunque considera que la Biblia debe leerse en su conjunto señala una frase del evangelio que dice “toda la palabra es inspirada por Dios y apta para enseñar, para corregir, para redargüir y para instruir en justicia” (3:16)
Posiblemente sea la estructura de su vida, la que utiliza permanentemente para unir una comunidad cada vez más numerosa en fieles.
Huespe piensa que el mejor regalo a su labor es saber que aquellos niños que formaron parte del Hogar, al abandonarlo, en su juventud lleven un ejemplo de vida para aplicarlo en ellos mismos, “sólo así – afirma - esta gran aventura de amor habrá cumplido fielmente con sus objetivos y mi prédica no habrá sido en el desierto”.
Autor:
© 2001, Francisco Capdevila – Presidente de la Junta de Historia de La Cumbre
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