SE VIENE EL CINECLUB, SE VIENE EL MEJOR CINE

21 de abril, a las 20.30hs

Este va a ser un año especial. Tendremos la presencia de Jonathan Rosenbaum. Es probable que de una conferencia en La Cumbre. Rosenbaum es el crítico más importante del mundo en la actualidad. Fue Godard quien dijo de él: "Es Bazin de nuestro tiempo".

Acá tienen las críticas de las películas de la semana que se verán en los cineclubes, películas de apertura. Esta semana, como avisamos hace unos días, largamos: será nuestro noveno años consecutivo, casi 10, pues empezamos en el 2001 con interrupciones. Oficialmente, festejaremos los 10 años el año que viene.
 
El 2010 va a ser un gran año, y una nueva demostración de que el mejor cine no sólo se pasa en los grandes festivales. Hoy podemos ser topológicamente periféricos y culturalmente centrales. En otros términos: la ciudad no tiene la prerrogativa -ya no tiene que ser así- de aglutinar el mejor cine. 
 

Tendremos muchos focos y temas en explioración. Insisto: un gran año nos espera, y sin ustedes no tendrá el menor sentido. Seguimos entonces programando, traduciendo, subtitulando, escribiendo, proyectando. Creemos en el cine, y al creer en él, creemos en el mundo. En tiempos cínicos como éste es un gesto y una práctica, nos parece, que merece reciprocidad y compañerismo. Ojalá nos veamos seguido en el Berti y en Giardino. Ojalá.
 
Los esperamos.
 
RK
 
SEMANA DEL 19 AL 25/04 EN CINECLUBES
 
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470

21 de abril, a las 20.30hs:

El tiempo que queda, de Elia Suleiman, Palestina-Reino Unido-Francia-Bélgica-Italia, 2009

109’ / +13

Cortometraje: Paseo turístico, de Benjamin Freiberg, Israel, 2009

Inspirado en algunos diarios de su padre, que tuvo que exiliarse en la década del ’60, Suleiman establece una ligazón entre la historia política y su historia personal. Así, su intimidad es atravesada por el establecimiento del Estado de Israel. La película va del pasado de la vida del director al presente. Es la historia de un hombre, una familia, un pueblo y una nación. Conceptualmente cómica y formalmente libre, El tiempo que queda carece de un centro narrativo específico; más bien, acumula situaciones que van constituyendo tanto un difuso relato como una poderosa impugnación sobre la injusticia sistemática en la que vive el pueblo palestino. La extraña comicidad de Suleiman funciona como una herramienta eficiente contra el absurdo de una cotidianidad éticamente insostenible. Hay pasajes memorables y humorísticos, como aquel que ridiculiza el muro que separa palestinos de judíos. Una secuencia magistral que incluye un tiroteo, una madre y su bebé es un ejemplo de las posibilidades del sonido en el cine y su función narrativa, y de ese pasaje se predica la naturalización de la opresión en la vida cotidiana. El tiempo que queda, a través del humor, disloca y avergüenza la supuesta racionalidad política de un estado opresor, y no por esto, como si se tratara de un contrabando nocturno, facilita una mirada antisemita. El misterioso rostro de Suleiman es el rostro del otro, uno que pide reconocimiento y derechos, uno que exige en su mirada una ética incompatible con una retórica oficialista perfeccionada en el desprecio. (Roger Koza)

VILLA GIARDINO: EN EL TEATRO ALEJANDRO GIARDINO

25 de abril, a las 20.00hs: Película de apertura / Encuentro con el nuevo cine mexicano

Cochochi, de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, México, 2008

87’ / ATP

Cortometraje, a las 19.30hs: La balada del pequeño soldado (45’), de Werner Herzog, Alemania, 1984

Esta ópera prima de Guzmán y Cárdenas se parece un poco a ¿Dónde está la casa de mi amigo?, de Abbas Kiarostami.  Aquí no hay que devolver un cuaderno sino encontrar un caballo. Se trata de una travesía, casi cósmica y por momentos cómica, de dos niños indios por el valle de Okochochi, quienes tienen que llevar unos medicamentos a unos parientes. En el viaje, el caballo con el que viajan desaparece. Quizás se lo robaron, quizás el nudo estaba mal hecho. En realidad, es un periplo de conocimiento, y para quien mira el film es un viaje de descubrimiento. Así se revela, paulatinamente, una cultura indígena que convive con la tecnología básica de Occidente: medios de transporte y de comunicación. Hay otra música, otros instrumentos, otro idioma. Una advertencia repiquetea: “Quizás al caballo se lo robó un blanco. Los blancos quieren todo para ellos”. Guzmán y Cárdenas evitan el turismo audiovisual y la curiosidad etnográfica. Es más bien el registro delicado de dos niños en un posible rito de pasaje. Singular y universal, Cochochi es una de las grandes sorpresas del nuevo cine mexicano. (RK)

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