Peperina en llamas, mezcla paisaje y yuyos con canciones y cine

Prendidos fuego

Hay bandas que no pasan desapercibidas y sin dudas, Peperina en llamas es una de ellas. Desde el vamos, el nombre del grupo es por demás llamativo y resume perfectamente su identidad.

Por un lado, remite al yuyo con múltiples propiedades que crece en las sierras cordobesas, lo que podría vincularse con el su costado más espiritual y con su lugar de origen (Capilla del Monte). Y el “en llamas” es el mejor resumen para describir cómo es un show en vivo. Presenciarlo es toda una experiencia. Casi como pasar una noche en el Uritorco.

Gran parte de la singular performance sobre el escenario de Peperina en llamas es responsabilidad de Sebastián Cantoni, a quien el mote de cantante le queda chico. Primera consulta: ¿Se dan cuenta que son una banda distinta para ver? “Peperina es todo un mundo con muchos mundos adentro”, arranca Cantoni. “Somos una mezcla de personajes muy particulares y más vale que eso se refleja en los shows. Se genera un clima muy especial: hay pogo, cuelgue, introspección. Rock, ska y reggae. Ojalá todo eso pueda reflejarse en el disco”, agrega.

Precisamente, la grabación de El (con mayúsculas) disco que aún no tiene nombre, es lo que interrumpimos para hablar con el cantante. A pesar de sus 10 años de vida, será el primer material editado. Un dato que no deja de llamar la atención. Cantoni: “La verdad, no es casualidad. Desde Capilla de Monte es más complicado y además queremos hacerlo todo nosotros. Preferimos poner en vez de esperar a Papá Noel para que nos grabe. Los nuestros son otros tiempos, no queremos salir así nomás a la cancha. Estamos grabando en el estudio con todos los chiches en La Cumbre de un suizo al que le empezamos pagando la hora. Después pegamos onda y hasta Micky (ex Piojos que vive en San Marcos Sierras) se acercó a tirar algunas ideas. Creemos en los buenos gestos”, cuenta el “Sebas”, casi como un niño entusiasta.

Un hecho que marcó de alguna forma la carrera de Peperina en llamas es su relación con el cineasta Diego Rafecas. El vínculo comenzó justamente cuando Rafecas rodaba su ópera prima, Un buda (2005), en Capilla. Según contó el director en alguna oportunidad, quedó extasiado con las letras y el carisma de Cantoni. No sólo incluyeron dos temas (uno con Pedro Aznar) en ese filme, sino que luego participaron del siguiente (Rodney, 2008), en el que Cantoni tiene un papel protagónico. Luego reincidió en Paco (2009) y la reciente Cruzadas.

“Fue una visión de Diego, él nos eligió, pero no somos una banda de música de películas”, aclara Cantoni. Y cierra: “En los filmes se transmite nuestra verdad, no un montaje. Es algo sincero, del corazón. Por el bien de la banda, hago cualquier cosa. En realidad lo importante es cómo lo hacés. A mí no me interesa la fama y ni ser un rockstar. Esa fantasía es como una masturbación, en cambio, a mí dejame grabar un disco de puta madre. Estuve con todas esas estrellas, vuelvo a la montaña y sigo eligiendo laburar como carpintero y renegar con mi rastrojero. Pegarla es eso, no tener las tetas de Moria adelante”.

 

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