Cosquín recuerda anécdotas de la vida de Mercedes Sosa

Panadería La Europea albergó a la cantante

“Eran tiempos de vacas flacas y Mercedes tenía un solo vestido. Nuestra madre Juanita todos los días cerraba la puerta del fondo, ella se quedaba en enaguas hasta que nuestra nana se lo lavaba, secándose al sol o al lado del horno de la panadería"

En sintonía con esta enlutada ciudad musical, el antiguo reducto de La Europea que comenzó como la primera panadería en 1913 y escribió páginas de la bohemia festivalera a partir de 1961 en la Capital Nacional del Folklore, calló sus habituales voces y se internó en la tristeza y los recuerdos al conocerse la muerte de Mercedes Sosa.
Jorge Castro, hermano de José y Rosa, los tres propietarios actuales del lugar e hijos de los pioneros Saúl Castro y Juanita Villanueva, fue el encargado de reavivar los recuerdos de la mano de la emoción.
“Por años La Europea fue la única peña de Cosquín, desde que se iniciara el festival en 1961. Terminaba el espectáculo en el tablado original frente a la plaza San Martín y aquí arribaban todos, en noches inolvidables de música, canto y danza: este fue el lugar que abrió los brazos a la ´Negra´ en 1965 y a su esposo Oscar Matus. Así eran nuestros padres, de corazón grande y mano amiga”, recuerda Jorge.

Rememora que el lugar oficiaba de despacho de la Comisión de Folklore, “que se negaba darle un espacio en el escenario a Mercedes. Pero hubo un grande que le compró los 15 long play que traía bajo el brazo de sus trabajos para que se pudiera mantener, claro, era el ´Turco´ Jorge Cafrune un hijo de esta casa que pasaba derecho al fondo y les cantaba a los panaderos y se tomaba unos vinos”.
Relata Castro que al fin en ese enero de 1965 se produjo el milagro y la “Negra” logró subir al escenario, que luego con el tiempo sería bautizado Atahualpa Yupanqui, de la mano de Cafrune brindándole el espaldarazo esperado y la puerta hacia el reconocimiento y la fama. El “Turco” se aguantó las broncas de la Comisión Municipal por la patriada.  
Pero no podía faltar la anécdota. “Eran tiempos de vacas flacas y Mercedes tenía un solo vestido. Nuestra madre Juanita todos los días cerraba la puerta del fondo, ella se quedaba en enaguas hasta que nuestra nana se lo lavaba, secándose al sol o al lado del horno de la panadería”, recordó Jorge emocionado.
José Hernández

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