PADRE JOSE LUIS DE MURUETA, un adelantado del progreso

Páginas Históricas de La Cumbre por Francisco Capdevila

Un sacerdote que no solo pensó en el legado de una imagen sino también que en la visión del Cristo, se cumpliera con los más desposeídos, con aquellos jóvenes que no tendrían posibilidades de acceder a colegios privados.

Nació en el pueblo de Murueta, de la provincia de Vizcaya (España), el 30 de noviembre de 1907.  Fueron sus padres José Antonio Aberásturi y Manuela Torrealday. Siendo bautizado con el nombre de Andrés.A los 11 años ingresó en el Seminario de Alsasua, provincia de Navarra, donde realizó los cinco cursos de humanidades. En Hondarribia (Fuenterrabía), provincia de Guipúzcoa, cursó los tres años de filosofía. Volvió a Navarra y en Estella, estudió Teología Fundamental y en Pamplona, concretó los tres últimos años de Teología Dogmática.Al recibir el hábito capuchino, en Sangüesa, provincia de Navarra, en el año 1924, le impusieron el nombre de hermano José Luis de Murueta. Con este nombre fue conocido en Argentina hasta su muerte.Al año siguiente, en 1925, el 15 de agosto ofició su primera profesión de religioso capuchino.El 26 de marzo de 1932, recibió la ordenación sacerdotal. Y a los tres meses fue destinado a Argentina.En el año 1933, se integró con la Comunidad Capuchina de la ciudad de Córdoba, permaneciendo hasta 1947. Durante esos 14 años ejerció una intensa actividad ministerial, misionando, atendiendo barrios, levantando capillas y predicando en distintos pueblos de la provincia de Córdoba.En 1947 fue nombrado superior y párroco en La Cumbre, donde manifestó sus grandes dotes sacerdotales.En 1954 fue nombrado párroco de Nueva Pompeya de Mar del Plata, cargo que ejerció hasta 1965.En 1966, fue destinado a la parroquia de Nueva Pompeya en Buenos Aires y en 1972 se traslada a Godoy Cruz (Mendoza), volviendo en 1975 a Mar del Plata.En este lugar el 9 de febrero de 1981, a las 16.30 hs, fallece victima de un ataque cardíaco. Su funeral fue presidido por el Obispo de Mar del Plata y asistieron veintisiete sacerdotes que manifestaron su cariño al Padre José Luis. Síntesis de una épocaEn el año 2004 se cumplió el 50 aniversario de la inauguración del Cristo Redentor de nuestra localidad. Muchos estiman que hay que tomarlo como un hecho aislado, seguramente por la importancia que implica este símbolo de nuestra población.Pero, la imagen es parte de todo un trabajo. De un sacerdote y un grupo de colaboradores consustanciados con lo dogmático, pero también con las necesidades más apremiantes de nuestra localidad.Por ello la construcción de la Escuela Taller San Roque, inaugurada el 4 de febrero de 1951, iniciando el ciclo lectivo el 1 de abril de ese año, con  cincuenta y nueve alumnos, lo que de- muestra el valor de la iniciativa, que había sido consensuada con vecinos residentes y veraneantes.Así comenzaron las clases de herrería, juguetería, carpintería, tejeduría, cestería, además de dibujo, apicultura, religión y cultura física.El padre José Luis de Murueta se había hecho cargo de la parroquia de La Cumbre, a principios de 1948, el nuevo párroco se abocó con energía el trabajo pastoral. Misionero infatigable de cien pueblos, esbozó públicamente su plan de acción y lo cumplió fielmente.La Acción Católica, principal interés de la jerarquía, fue también su primer interés. Estableció las dos ramas que faltaban, de mujeres y de los jóvenes, con sus correspondientes de niños católicos y sección de aspirantes.Relacionada con el Centro de Hombres, fundó la Liga de Padres de Familia, que llegó a ser floreciente. Capillas y trabajos solidariosEstableció capillas en los distintos barrios, para que tuvieran misa dominical y el catecismo.Misiones en carpa brindaban a los mismos la palabra de Dios y los sacramentos. Acabada la misión, dejaba allí un centro que coordinara la misa dominical y la catequesis de los niños.De este modo se habilitó la escuela nacional Nº 321 para beneficiar al barrio Matadero (hoy Argentino). Asimismo en el barrio “La Puñalada” (hoy Las Flores), se estableció el centro y taller “Virgen de Pompeya”, pequeño local donde mujeres de la Acción Católica cosían y tejían para los pobres. Sus habitantes comenzaron a llamarlo “Virgen de Pompeya”.En este mismo período se habilitó la elegante capilla de Cruz Chica, fruto de las donaciones de los veraneantes de los vecinos del lugar, donde se puso asistencia religiosa y Centro de Catecismo, atendido por miembros de la Venerable Orden Tercera y jóvenes de la J.A.C. De este modo los cuatro Centros Catequísticos del período anterior se elevaron a siete.Las Hijas de María consiguieron su agregación a la Primaria de Roma, lo cual les dio nuevos ánimos para reanimar una vida bastante debilitada.Asimismo el párroco puso toda su atención en la Tercera Orden Franciscana. Con elemento seleccionado fundó la V.O.T. y la sección de la Archicofradía del Cordón Seráfico. Estas se dedicaron especialmente a la atención de las familias y personas necesitadas.Otra iniciativa del P. José Luis de Murueta fue la Cofradía del Smo. Sacramento y la solemnidad de los primeros viernes, en los que el Santísimo Sacramento quedaba expuesto todo el día a la adoración de los fieles. Obras y novenasSe celebraban las novenas de San Antonio y San Francisco; la Virgen de Pompeya con la fiesta de la Súplica; Santa Teresita, novena de Animas, Mes del Rosario, Octavario del Niño Dios. Los sacerdotes de la comunidad daban clases de religión en la escuela Fiscal, y los alumnos tenían sus misas de comunión general en varias ocasiones durante el año. Hasta aquí la labor espiritual que el P. José Luis desarrollo en este primer período.En cuanto a la obra material: cambió el viejo altar de San Roque y el paredón de adobe que lo sostenía por una pared de piedra más firme y elegante a la vez. El nuevo altar se hizo de un solo bloque de piedra, extraído de las canteras de Thea, del ingeniero Eduardo Quinteros, quien la obsequió generosamente. Los santos volvieron a colocarse en nichos. La capilla fue pintada totalmente y se la dotó de dos campanas nuevas. Frente a la capilla se quitó un viejo ciprés y se colocó un mástil de nueve metros.Se pintó la residencia de los religiosos, se hermoseó el patio con rosales, se plantaron árboles de adorno y se repuso el arco de entrada que había sido derribado por el paso de los camiones.En la iglesia parroquial fue construido un gran salón que servía para las reuniones de las Asociaciones y, al mismo tiempo, para agrandar la iglesia, ya que había ángulo con el altar, formando un ala lateral.El P. José Luis, había logrado, en tan sólo dos años, consolidar las actividades religiosas y comunitarias, en el último año de su primer trienio vendría parte de su obra más importante: la apertura de la escuela de artes y oficios, luego los símbolos religiosos, el Vía Crucis y el Cristo Redentor, que identificarían en el resto del siglo a esta localidad de La Cumbre.   La Cumbre del futuroTal vez la década del 50, en La Cumbre fue una de las más relevantes en todo el siglo XX, pues en este decenio se establecieron vuelos directos a través de Aerolíneas Argentinas con Capital Federal, se desarrollaban carreras de Fuerza Limitada en un circuito semi-céntrico totalmente pavimentado, al estilo de las capitales europeas, y con la participación de los mayores deportistas de la época.También el turismo alcanzaba su plenitud pues había más de 1500 plazas hoteleras que recibían a miles de visitantes durante las épocas vacacionales.Se incorporaban nuevos institutos secundarios como el IDES y el Colegio San Pablo.  Se inauguraba el moderno edificio de la Escuela Nacional N° 321 en barrio Argentino. Y se establecía en forma definitiva la escuela rural Ricardo Güiraldes en Tiu Mayú.Es decir había una conciencia de trabajo y progreso, que se cimentaba en la educación y la cultura. Por ello la importancia de la Escuela Taller San Roque, pues fue precursora de las escuelas técnicas del país.Y todo sucedió en una década, como una confluencia de voluntades dispuestas a jugarse por el futuro.En ese contexto el padre José Luis de Murueta fue sin duda alguna un hacedor sin pausa.Un sacerdote que no solo pensó en el legado de una imagen sino también que en la visión del Cristo, se cumpliera con los más desposeídos, con aquellos jóvenes que no tendrían posibilidades de acceder a colegios privados. Y vaya si lo logró.Pero, como todo es un ciclo, La Cumbre y su gente comenzó a derrumbarse sobre sus propias glorias, con esporádicos resplandores como una estrella en su último estadio.De aquellos años no solo debe estar el recuerdo, sino que debemos impregnarnos de aquellas sencillas motivaciones para trabajar en pos de ideales comunitarios, tal cual lo hicieron nuestros mayores en aquella trascendental década del 50.   Bibliografía:- Centenario de la Orden Capuchina en Argentina, Cap. VI “La Cumbre” Domingo Hernández OFMcap, Orden de los Hermanos Capuchinos, Buenos Aires, 1988.- El Cristo de La Cumbre, a  50 años de su emplazamiento, Delia Bertolino de Serri, Boletín Nº 8 Junta de  Historia de La Cumbre, 2004.     Epígrafe de fotos:Foto 1: Padre José Luis de  MuruetaFoto 2: 31 de enero 1951 – Finalizan los trabajos de construcción del Colegio San Roque, ideado por el padre José Luis de Murueta. De allí egresaron los primeros herreros, dibujantes, carpinteros, de esta escuela de artes y oficios que fue la base de un futuro instituto técnico.Foto 3: Cristo Redentor de La Cumbre, en Semana Santa de 2008. 

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