3º semana de la Sexta Muestra de Cine Independiente en La Cumbre

Es otra buena semana de cine.
Largamos la 3º semana de la muestra.Y la gran diferencia es que esta semana tendremos la presencia de uno de los directores. En efecto, Matías Herrera Córdoba estará presente en la función de Criada, film que compitió en el último Bafici (Buenos Aires Festival de Cine Independiente), en la competencia argentina y en el Festival de Biarritz, Francia. (Fijate toda la programación aqui)

Pero esta semana se destaca, en especial, por El romance de Astrea y Celadón, el último film de Eric Rohmer, quien muriera la semana pasada, tras más de 70 años dedicados al cine, tanto a la crítica como a la realización. Fue un gran referente de la Nouvelle Vague, aquella gente que creyó en el cine como pocos. Su película es libre, distinta, a contrapelo de todo lo que se hace. Y si bien la pasé hace un año en la programación anual del cineclub, creo que es una muy buena oportunidad para ver la obra que culmina la carrera de un maestro.
    Y están Kitano, Parajanov, Muratova. Están también la sorprendente Opera jawa, la estimulante El taxista ful y la conmovedora Balasto. Es otra gran semana de cine. No se la pierdan.
    Roger Koza


   
TERCERA SEMANA
MIÉRCOLES 20
15.30hs: Radicales libres / Los rusos

Motivos chejovianos, de Kira Muratova, Rusia, 2002

120’ / +13

Cortometraje: Las llamadas cariátidas (12’), de Agnès Varda, Francia, 1984

Los miembros de una familia de granjeros repiten las mismas líneas de diálogo mientras un estudiante se prepara para irse de su casa y estudiar; en una interminable fiesta de bodas los invitados no dejan de parlotear maniáticamente mientras el fantasma del novio interfiere en la ceremonia. Con más de 70 años, por cada año que pasa, la gran cineasta rusa Kira Muratova (El síndrome asténico) parece ser más transgresora y salvaje. Esta actualización y combinación de dos textos tempranos de Antón Chéjov (una pieza corta, Tatiana Répina, y el relato “Naturalezas difíciles”) tiende más hacia la demencial lucidez de Gogol que al realismo irónico de El jardín de los cerezos. Su estilización extrema me resulta hipnótica, hilarante, y finalmente más cercana al hiperrealismo que al absurdo, aunque si uno llega a la sala sin ninguna advertencia es posible que se sienta aterrorizado y quiera salir corriendo. (JR)

18.00hs: Horizontes contemporáneos
 
Opera Jawa, de Nugroho Garin, Indonesia, 2006
120’ / +13
Cortometraje: Pulsar (4’), de Osamu Tezuka, Japón, 1987

Opera Jawa, una de las seis películas que componen el New Crowned Hope, proyecto cinematográfico de la Viennale con el que se celebraron durante el 2006 los 250 años del nacimiento de Mozart, es, como dijera un cinéfilo amigo, un OCNI: objeto cinematográfico no identificado. Se trata de un musical gameleano, que combina instalaciones, teatro tradicional de sombras, música clásica y pop vernáculas, danzas clásicas y contemporáneas, en una apropiación política y melodramática de un pasaje del Ramayana, poema épico de la cultura hindú, que va mucho más lejos de lo que alguna vez hiciera Peter Brooke con su adaptación del Mahabarata. En el inicio se lee: “Esta película es una versión de la abducción de Sinta. A menudo dramatizada en la danza javanesa y el teatro de marionetas. En la historia, los reyes Rama y Rahwana aman a Sinta y pelean por ella. Al final, Sinta es llevada por Rama a la prueba de fuego para probar su amor y su pureza”. La traducción en tiempo presente de este verso introductorio no deja de ser soberbia y genial, pues esta historia de celos que compromete a una bailarina, un alfarero y un comerciante poderoso se enlaza con una revuelta social significativa: “¡Acabemos con la pobreza! ¡Basta de explotación!”. Concebida como un réquiem, Opera Jawa es una de las películas más extraordinarias de la primera década del siglo XXI, un film que articula lo privado y lo político, la modernidad y la tradición, lo mítico y lo social, en un relato que excede su contexto cultural, pues, como dice el coplero wayang, “Desde nuestro ancestro Adán hasta Adam Smith, todos quieren saber qué ocurrió en verdad”. (RK)

20.20hs: El ojo lúcido
 

El taxista ful, de Jo Sol, España, 2005

81’ / ATP

Cortometraje: La ópera Mouffe (16’), de Agnès Varda, Francia, 1958

Este extraño y paradójico documental ficcional consigue revelar lo que las ficciones casi nunca consiguen mostrar y lo que los documentales no siempre logran retratar: las estructuras simbólicas (y económicas) de una experiencia individual: aquí, la de un hombre de 52 años, José R., que, tras quedar sin empleo y no conseguir otro, decide tomar “prestados” taxis que no estén circulando para devolverlos al día siguiente, con un porcentaje de la recaudación. Procedimiento ético pero ilegal que, al llegar a conocimiento de un grupo de anarquistas cuando el falso taxista es procesado, entre ellos Mar Traful, autor de Por una política nocturna, muta hacia un pronunciamiento político. Siempre divertida e intelectualmente aguda, la película yuxtapone la ocupación temporaria del taxi con los fenómenos de ocupación de viviendas, y deriva en meditaciones contestatarias sobre el orden social burgués y sus irrenunciables valores como el de la propiedad, la familia y el derecho al trabajo. Uno de los logros indiscutibles del film es seguir la evolución vincular entre José y Mar, y utilizar esa amistad como escenario de contraste ideológico: José es un hombre sufrido cuyo involuntario pragmatismo expresa un tiempo histórico de la conciencia de clase de los trabajadores; Mar, por otra parte, vehiculiza una noción de lucha política que también es paradigmática de un tiempo histórico. Uno pretende volver a la vida normal mientras que el otro la cuestiona. Hay un pasaje que sintetiza bien este choque de concepciones, cuando el grupo Dinero Gratis y Mar, junto con José, asisten a una conferencia del filósofo Toni Negri y un miembro del grupo interviene aduciendo que para cambiar el orden social se deben alterar las categorías mentales con las que participamos en él. El taxista ful posee un aire de familia con La espigadora y los espigadores y En construcción, aunque el film de Sol no destila maestría formal alguna, como en los casos citados, pero sí mayor bravura política. No es frecuente ver una película cuyo tema es el desempleo y reírse y pensar, como ocurre con esta película. (RK)

22.15hs: El ojo lúcido

Criada, de Matías Herrera Córdoba, Argentina, 2009

75’ / ATP

Cortometraje: Patria (15’), de Susana Barriga, Cuba, 2007

El realizador estará presente en la sala para conversar con el público después de la proyección

Pocas veces un realizador decide filmar su historia personal y su pasado familiar como ejemplo universal de la infamia. El joven realizador Matías Herrera Córdoba coloca su objetivo sobre su conciencia (de clase) y así filma lo que descubre como una práctica vergonzosa: hace más de 40 años una mujer mapuche llamada Hortensia trabaja en una quinta familiar situada en algún paraje perdido de Catamarca. Jamás recibió un sueldo, tampoco tiene aportes jubilatorios. Su paga se circunscribe a un cuarto. Herrera Córdoba registra el trabajo como un ejercicio al que Hortensia confiere una dignidad intrínseca. En efecto, el cine contemporáneo rara vez se ocupa de mostrar el trabajo, excepto como cifra circunstancial del personaje. Lo que suele importar son los recreos, las pausas amorosas, los ritos de un orden social específico (un casamiento, las vacaciones, los entierros, etc.) Aquí, el trabajo no solamente revela un secreto obsceno de la economía política aplicada a un microcosmos, sino que también se insinúa, discretamente, una disociación entre el valor de una tarea y el precio que arbitrariamente se le impone. ¿Cuánto cuesta el trabajo de Hortensia? En Criada, el pretérito concepto de plusvalía adquiere una dimensión poética, además de política. Y siendo un film político, Herrera Córdoba no renuncia a la belleza material que un director puede capturar en el registro: los relámpagos, el viento, la tierra seca a punto de ser empapada por un arroyo y la fisonomía de una mujer extraordinaria como Hortensia son imágenes imborrables, o, como diría Godard, justo imágenes. (RK)

00.05hs: Horizontes contemporáneos

Aquiles y la tortuga, de Takeshi Kitano, Japón, 2008
119” / +16
Cortometraje: El génesis (4’), de Osamu Tazuka, Japón, 1968

La última película de Takeshi Kitano pertenece a una trilogía en la que Kitano ha intentado conjurar su supuesto bloqueo creativo. Si Takeshis’ y Glory to the Filmmaker más bien confirmaban el diagnóstico, en Aquiles y la tortuga Kitano demuestra que su talento está intacto y que no hay muchos cineastas como él en la escena contemporánea. Después de una presentación animada en la que se revisita la paradoja del movimiento de Zenón de Elea en torno a la figura de Aquiles y la tortuga, la película se divide en tres períodos en la vida de un pintor fracasado. Desde la niñez de Machisu, pasando por su juventud, hasta llegar a su vida adulta (en ese estadio interpretado por el mismo Kitano), Aquiles y la tortuga es un humorístico y sensible ensayo sobre la naturaleza del arte en general y la pintura en particular. Aquí, Kitano parece sugerir el carácter contingente de lo que se entiende y establece por obra de arte: ¿con qué criterio se determina el valor estético de una pintura? Machisu, a lo largo de toda su vida, ha pintado y lo ha probado todo: copiar a los grandes maestros, apostar a sus impulsos e instintos, probar con el azar. No hay dudas: su vida es la pintura, aunque nadie lo descubra y jamás pueda vivir del arte. La supuesta falta de originalidad de Machisu y sus pinturas (sin excepción, todas realizadas por el propio Kitano) funciona dialécticamente y en contraposición con la singularidad creativa de la película y del cine del realizador. Una gota de sangre se convierte en una pieza artística; un plano cenital sobre unos estudiantes pintando funciona como una pintura en movimiento; un travelling hacia atrás sobre un cuadro de una escalera se transforma en una instalación. Kitano siempre busca pintar con su cámara, aunque sepa y afirme que el arte solamente tiene valor después de que un cuenco con arroz esté garantizado. (RK)

JUEVES 21
18.00hs: Sergei Parajanov en foco

La leyenda de la fortaleza de Suram, de Sergei Parajanov, Rusia-Georgia, 1984

88’ / +13

Cortometraje: El canto del estireno (19’), de Alain Resnais, 1958

Sergei Parajanov es un realizador al que –a partir de los innumerables problemas de censura de su obra a manos de la burocracia soviética– se le podría aplicar con justicia el apelativo de “maldito”. En su obra se dan cita distintos elementos (el amor a la tierra natal y la fusión de aspectos políticos, étnicos, folclóricos y con abundancia de ceremonias y rituales) que la convierten en absolutamente personal e inconfundible. En esta película –dedicada a los soldados georgianos y con una estructura narrativa dividida en capítulos– se narra un hecho inspirado en las leyendas de su país y la mencionada estructura –plagada de elementos simbólicos y con una puesta en escena a la que se podría calificar de coreográfica– le otorga al film un carácter fragmentario y una construcción en viñetas en las cuales abundan los localismos. Película abigarrada y por momentos hermética, antes que detenerse en la interpretación de sus distintos elementos cabe intentar aproximarse a su verdadero secreto: la de ser un deslumbrante poema visual, dirigido, antes que al intelecto, a los sentidos del espectador. (Jorge García)

20.10hs: Horizontes contemporáneos

Balasto, de Lance Hammer, EE.UU., 2008

96’/ +13

Cortometraje: Elsa la rosa (20’), de Agnès Varda, 1965

Una ópera prima formidable y uno de los pocos films independientes estadounidenses recientes que mantiene el valor semántico de un término destinado al marketing. Balasto circunscribe su drama seco a la reconstrucción existencial y material de tres personajes, un adolescente, su madre y su tío, después que el hermano mellizo de este último muere y como respuesta el tío intente suicidarse, mientras que el joven, ahora sin padre, parece tentado de unirse a la vida criminal juvenil del delta del Misisipi. Así descripto parece un film lúgubre, pero el legítimo humanismo de Balasto y su inteligencia formal traspasan los lugares comunes del género y ofrecen un retrato de la resiliencia como una capacidad concreta de la vida humana. Lance Hammer consultaba Notas sobre el cinematógrafo de Bresson durante el rodaje, lo que explica el poderoso trabajo sobre el sonido, aunque su modo de concebir la interacción entre naturaleza y personajes remite por momentos a los hermanos Dardenne, una influencia ostensible durante toda la película de este arquitecto devenido en cineasta. (RK)

22.00hs: Horizontes contemporáneos

El romance de Astrea y Celadón, de Eric Rohmer, Francia, 2007

109’ / ATP

Cortometraje: Placeres de amor en Irán (6’), de Agnès Varda, 1976

Posiblemente la última película de uno de los maestros indiscutibles de la Nouvelle Vague francesa. Eric Rohmer, a los 87 años, inspirado en una novela de más de 5.000 páginas del siglo XVII de Honoré d’Urfé, sobre una historia de amor que transcurre en el siglo V y cuyos personajes son ninfas, druidas y pastores, demuestra cuán original y provocativo puede ser su cine. Una advertencia en el inicio sobre la imposibilidad de rodar la película en los escenarios naturales e históricos debido a que hoy son espacios urbanizados y modernos indica una preocupación misteriosa: ¿no es acaso el procedimiento normal y característico de cualquier película de época? Si el cine de Hollywood reconstruye los decorados pero sus personajes se comportan como sujetos de nuestro tiempo, aquí Rohmer, austero y brillante, intenta reconstruir la experiencia total del mundo como si efectivamente la película transcurriera en el siglo V. ¿Cómo sonaría la naturaleza en ese siglo? ¿Cómo habría de ser la juventud en tiempos tan pretéritos? La sensualidad domina pero se ajusta también a un discurso sobre los orígenes de la civilización occidental, a menudo introducido por una exégesis de pinturas de la época, aunque la universalidad de su tópico, un romance puesto en peligro por un conjunto de malentendidos, puede ser contemporánea y ser leída, por consiguiente, como una objeción a ese lugar común que concibe el presente como un tiempo menos prejuicioso que cualquier época remota. Una película que no envejecerá nunca, una película intempestiva. (RK)

00.15hs: Horizontes contemporáneos

El cielo de Suely, de Karim Ainouz, Brasil, 2006

90’ / +16

Cortometraje: La gota (4’), de Osamu Tazuka, Japón, 1985

La segunda película del director de Madame Satã no posee la radicalidad política y estética de su ópera prima, pero Ainouz sigue demostrando que es el director más interesante de su país. Aquí no se trata de un personaje casi mítico y pretérito, sino de una mujer cualquiera que regresa con su hijo pequeño a su pueblo natal del norte de Brasil, tras un paso poco feliz por San Pablo. Es el Brasil de Lula, que, a pesar de su mandatario, sigue siendo un país desigual. Si ya no se puede avizorar una utopía colectiva, quizás todavía se pueda concebir una utopía privada. Es ése el deseo de Suely: su “cielo” implica irse del retraso regional en búsqueda de algo que trascienda la mera supervivencia, aunque pueda perder un amor, una familia e incluso a su propio hijo. Ainouz tiene un sentido preciso de la geografía, y entiende perfectamente el vínculo entre contexto y subjetividad. Como de costumbre, extrae lo mejor de su elenco, y posee una concepción del tiempo y el sentido del plano que evidencian un cineasta maduro. En ese sentido, el último plano de la película es paradigmático, plano que remite al aforismo de Godard: lo que importa en el cine es saber cuándo y por qué hacer durar y finalizar un plano. (RK

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