DEBEMOS CRECER Y NO SOLO DE PALABRA...

UN INSTANTE DE POESIA EN CANAL 11: MIERCOLES 10

INSTANTE DE POESIA.
Miercoles 10 de Noviembre 2021
“Instante de Poesía” con la poeta María Soledad Ranzuglia
Debemos crecer y no solo de palabra... No crecemos por edad ni por talla; crecemos...(LEER MAS)

al aceptar nuestra Presencia, infinita y atemporal, y se extiende como nuestra Dicha, acrecentándose como la lluvia sobre la memoria de una Primavera. Creer que solo somos lo que vemos, es incompleto y es la causa ilusoria de sentirnos limitados, escasos, ante una Vida que precipita su tablero de Juego inmenso. Éramos tanto más... Hace un tiempo, sentada bajo unos árboles, escribí una invitación que la Naturaleza misma me extendía en el silencio creador... Así como los árboles buscan su altura, y los caudales su manifestación y velocidad, cada uno de nosotros ha de elongar sus destellos invisibles y poderosos hasta conformar un canto, una melodía, tu propia estrofa original y seas amado por ello, por traernos tu ofrenda…

No te cubras con las ropas del tiempo que solo dicen, no puedo… Ejercernos es el único Propósito. Haz bien tu día, despierta como si fueras, porque lo eres, una estatuilla del fino cristal y al rozarte el alba con sus dedos de luz, anima tu danza en un ritmo que te pertenece, sin tiempo, sin máscaras desnudas, tan sólo con tu pulso ancestral. Arrimar el alma como una llama encendida, reconocer tu canto al andar, saber tu porte como llave de Luz sin medida, reconocerte al fin… como Siempre has sido y serás. Entonces recordé cuando era una niña al sentirme despierta, cuando aún parecía dormida. Despertando Mientras dormía por las noches en mi cuarto, yo crecía entre los campos de maíz…

Tendida entre la manta de los cuadros, mi alma deambulaba entre los aires, su perfil. En el íntimo ritual acostumbrado, preparando mi cama de sueños al dormir, una amplia luz se derramaba, ante un valle en girasoles ya sin fin; en el ángulo de mudos desencantos, en la fría pared que construí, resonaba el viento de los álamos y en los altos tendales de las auras me asumí. Tras la puerta de mi pálido rectángulo, el océano cantando para mí, acunaba en estelas los albatros que los cuentos no pudieron eludir; ni mis juegos, ni muñecos, ni vasallos, tuvieron la soltura de la Vida sin decir, pues es vasta la Grandeza de lo amado, que mi alma, aún pequeña, jamás pudo dejar de consentir.

Tras la fuerza magistral de lo Heredado, yace un mundo con destreza tan sutil, que entre el Oro azul y el verde Canto, el oleaje transparenta su latir; se descosen los cielos en venados, suavemente derrama la blancura, su jazmín, acontecen primaveras de milagros, tras los velos, aposentan su candil. Por encima de los ríos en que nado es mi balsa, la cuna en que nací, si de a ratos calmaba yo mi llanto, fue la luna gestándose en mi añil, meciendo los cansancios de temprano que el olvido con el tiempo intenta diluir… Por las noches dormía entre los cuartos, y es ahora que no dejo de admitir, que despierta crecía por los campos, con la misma fuerza sagrada en el maíz.

María Soledad Ranzuglia Invitación y el poema Despertando de Pequeñas Victorias Babel Editorial

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