En cineclub: 26 de agosto, a las 20.30hs: Dreyer en foco

LA CUMBRE: SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470

Vampiro, de Carl Dreyer, Dinamarca, 1932Cortometraje: Protocolo de una revolución, de Alexander Kluge, Alemania, 1966La grandeza del primer film sonoro de Carl Dreyer deriva en parte de su tratamiento del tema de los vampiros, vinculado a la sexualidad y al erotismo,

y de su atmósfera de ensueño, pero también se debe a su radical experimentación con las formas narrativas. Resumir la película no sólo la traiciona sino que puede conducir también a un entendimiento erróneo: siempre hipnótica, Vampiro desbarata las convenciones estableciendo una perspectiva y una continuidad, inventando un lenguaje narrativo propio. Lo que sugieren las imágenes y los estados de ánimo que éstas transmiten es verdaderamente misterioso y extraño: un largo viaje de un féretro, aparentemente desde la mirada subjetiva de un cadáver, una danza de sombras fantasmales en un establo, la expresión del deseo carnal de una vampira por su frágil hermana, la misteriosa muerte por asfixia de un médico perverso en un molino, una inquietante y prolongada secuencia onírica que encaja con la narración, la excelente banda de sonido, producida completamente en un estudio (en contraste con las imágenes, que fueron todas rodadas en locaciones), son parte esencial del atrapante y voluptuoso ultramundo del film. Si no ha visto nunca una película de Carl Dreyer y se pregunta por qué muchos críticos, entre los que me incluyo, entienden que Dreyer es posiblemente el director más grande de todos, esta escalofriante fantasía de horror es un lugar perfecto para empezar a comprender el porqué. (Jonathan Rosenbaum)

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